Ayer, por fin, entregué el libro que me había estado ocupando y preocupando últimamente. En los últimos días he dormido poco y he trabajado mucho, no he ido a la piscina y tampoco me he puesto a escribir por aquí: había otras prioridades.
Hoy me he levantado tarde, para ver si recuperaba algo de mi salud perdida durante los últimos días, y dispuesta a acudir a la imprenta unas horitas (¡que me he levantado a las nueve y media, todavía tenía mañana por delante!). Pero he llamado a A. y... mecachis, no iba a estar: ¡hoy se va a recoger una imprenta digital nueva que se ha comprado!
El negocio es el negocio, hay que ser realistas, no como otra que yo conozco. Pese a todo, la tipografía prevalece.
Lista de máquinas
A. tiene en su taller seis chibaletes con tipos (a veinticinco cajas por chibalete... ¡no está mal!), cuatro máquinas de tipografía, dos máquinas de offset y hoy llegará la nueva máquina digital.
Las cuatro máquinas de tipografía son: una Heidelberg automática de aspas, según A. es la máquina que más dinero dio a ganar en los años sesenta. Tiene un sistema de aspas con unos embolitos que aspiran el papel, cuando el papel hace contacto con el aspa, unas pinzas lo agarran y lo colocan en los registros, la máquina imprime y el aspa gira de nuevo, ordenando el papel impreso en un nuevo montón al tiempo que otra aspa aspira y agarra un nuevo papel blanco. El caso es que la máquina trabaja sola y eso, qué duda cabe, parece de lo más rentable.
Además A. tiene una Hispania de tamaño folio prolongado. A esa máquina aspiramos R. y yo, y como sabéis la cosa ya está pactada. Dice A. que con esta máquina se pueden hacer muchos trabajos que el resto de máquinas no admiten, tendremos que rebautizarla: ¿la Polivalente? ¿la Todoterreno? En fin...
Luego está la Superrápida. Y en el nombre va lo bueno y lo malo de la maquinita. Es de alimentación manual y por mucho que ralentices la velocidad, esa máquina corre que se las pela. O sea, que hay que ser un maquinista muy experimentado para no pillarse las manos.
No es mi caso, de momento. La Superrápida tiene una platina de cuartilla prolongada, es una máquina pequeñita. Ah, olvidaba decir que la Superrápida puede funcionar a pedal. Ahí la velocidad de impresión dependerá de la pierna del maquinista. Opción no recomendable.
Por último, A. tiene su querida Boston. No sé exactamente el tamaño de la platina, pero me parece que no imprimirá más allá de 10x15. Ésta es una máquina de sobremesa, manual y ligera y fácil de utilizar. Es perfecta para hacer tarjetas de visita.
Como el offset y la impresión digital aquí no nos interesan, finalizaré ahora mi "rollo maquinero".
viernes, 28 de octubre de 2005
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