sábado, 26 de noviembre de 2005

La pista francesa

Andamos con los últimos coletazos de la beca Martínez Guerricabeitia.
Hojeando libros en la Fnac de Madrid el mes pasado cayó en mis manos uno escrito por Adrian Frutiger (tipógrafo suizo, creador de los tipos Univers o Frutiger, entre otros). Leyendo las solapas descubro que en los años sesenta creó un estudio con André Gürtler y Bruno Pfaftli. André Gürtler, André Gürtler... ¡tate! este señor me suena porque diseñó las cubiertas de los dos primeros libros que editó Ruedo Ibérico, los célebres La guerra civil española, de Hugh Thomas y El laberinto español, de Gerald Brenan.
Adrian Frutiger fue director de arte de Éditions Hermann durante los años en que Pepe Martínez trabajó allí (en Hermann fue donde este anarquista español exiliado aprendió el oficio de editor). Supongo que fue el señor Frutiger el que puso en contacto a Pepe Martínez y a André y de allí surgió la colaboración.
Con el paso de los años y la entrada de Antonio Pérez en la editorial la lista de portadistas no disminuyó de calidad: Antonio Saura, Millares, Luis Seoane, Tàpies...

Descanse en paz

El viernes me llegó por correo -postal, el de toda la vida- una carta de Añón informando de que al acabar el año cerrarán la empresa (parece que ya han desmontado la web: www.aigsa.es). Añón es la empresa que le hacía los grabados a A. y también donde hicieron las planchas para los monotipos de Moscardó que deberán aparecer en nuestro primer libro.
¡Qué desastre!
A. dice que debería aprender el oficio y montar un taller de grabados en vez de una imprenta. A mí la verdad es que aprender oficios no me da ninguna pereza, ya lo sabéis (una es que es muy rudimentaria), pero tampoco es cuestión de dispersarse demasiado.


P.D.: Por descontado, el que sepa de algún taller competente que avise.

jueves, 17 de noviembre de 2005

Planchas, grabados y gofrados

Para recuperar la rutina después del verano y tras algunos acontecimentos especiales (una no se casa todos los días) acordé con A. que iría a trabajar a la imprenta los jueves por la tarde. O sea, que hoy me toca. Pero ayer también fui. Ya no hay tanta gente que imprima con tipografía y existen trabajos que sólo se pueden hacer con estas máquinas y con este sistema así que a A. le llegan encargos desde otras imprentas, cosas especiales que A. quiere que aprenda. Así que ayer tiré unas cuantas tarjetas de visita con un gofrado. ¿Que qué es un gofrado? Pues un relieve. Se deben hacer dos planchas (una hembra y un macho) de tal forma que el motivo a gofrar esté en relieve en la plancha macho y vaciado en la plancha hembra. La plancha hembra se pegará sobre un piso de plomo (recordad el Lego: había piezas tipo ladrillo y luego otras que eran como chapitas con las que hacíamos los suelos y los techos de las casitas -eso las niñas, ¡claro!-; pues algo así: la plancha hembra debe colocarse sobre una base de ladrillos) y se impondrá en la platina. La plancha macho se pegará a la cama, se ponen los registros y ¡ala! a funcionar. Las planchas hembra y macho deben coincidir exactamente cuando se cierra la prensa para que, al colocar la tarjeta sobre el macho y cerrar la máquina el papel quede prensado entre ambas planchas.
Ya no quedan muchas empresas que se dediquen a hacer las planchas de gofrado, o los grabados de zinc, o planchas de fotopolímeros; y como los operarios que las hacen no tienen mucha idea de cómo se van a usar después; pues no hay día que vaya a la imprenta y A. no se queje porque le han hecho una chapuza en el grabadito.
Los editores que conozco que todavía imprimen con imprentas de presión han optado por comprarse su propia máquina de fotopolímeros. Las planchas de fotopolímeros no dan tanto relieve como las de zinc, pues son de una especie de caucho, de un material mucho menos resistente a la presión, pero hacen su papel si sabes maximizar sus resultados.
¿Que cómo se hace una plancha para tipografía? Pues la verdad es que las cosas han avanzado y ahora sólo hay que escanear el motivo a grabar (o diseñarlo directamente), trazarlo, y enviarlo a grabar como quien lo envía a imprimir.
Ya ves, al final tendré que retractarme de mi último mensaje (Digital, ¡agh!).